LUCÍA SIWY

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Seguramente te has preguntado “¿Lo estoy haciendo bien”?

Esta frase que a veces pesa tanto, pero que también es necesario tener presente, y SIN QUE INVADA LA CULPA… Ahí está el detalle.

¿Cómo no sentir culpa cuando hemos cometido algún error? ¿Cómo no sentir culpa si hemos lastimado a nuestros hijos?

Hoy quiero decirte que la culpa no es tu enemiga, y tampoco hay que cargarla.

Si eres una mamá a la que le invade la culpa, antes que nada te invito a reflexionar si en tu infancia te culpaban mucho de todo, y si te hacían responsable por los sentimientos de los adultos que te cuidaban. De ser así, es importante sanar eso, porque si cargamos con culpa que no es nuestra, culpa inducida por años, es un paquete que hace pesada nuestra vida, nos hace reactivas y es muy complicado lidiar con nuestros propios errores en la crianza de nuestros hijos.

Una vez que has sanado toda esa culpa que no era tuya, es mucho más fácil tomar conscientemente nuestros errores, que son inevitables, y transformarlos en momentos de conexión profunda con nuestros hijos. Al equivocarnos ya no nos sentimos mal, y la culpa también se transforma, se convierte en oportunidad y responsabilidad. La crianza se vuelve más ligera, la confianza en tí y en tus hijos crece así como la confianza de ellos hacia ti.

La frase interna “¿Lo estoy haciendo bien?” toma otro matiz, y se vuelve una frase que no intimida ni ocasiona culpa, y abre camino a la reflexión sana y al crecimiento.

Hoy en día incluso en ocasiones entablo conversaciones con mi hija en donde le pregunto directamente en qué cosas ella quiere que yo mejore. ¿Cómo podemos ser mejores mamás si no les preguntamos esto directamente a nuestros hijos?

Las respuestas varían dependiendo de lo que haya ocurrido esas semanas, pero frases como “que ya no estés tanto en tu teléfono”, “que desayunes conmigo”, “que brinques conmigo en el trampolín”, son algunos ejemplos que dan mucha luz para ajustar nuestras rutinas y darles a nuestros hijos lo que verdaderamente necesitan en sus corazones en ese momento específico de sus vidas. Y es importante tener la apertura para hacer cambios de ser necesario para poder atender a sus necesidades emocionales.

Es muy hermoso escuchar en ocasiones cuando su respuesta es “no se me ocurre nada mami, me siento muy bien contigo”. ¡Qué mejor regalo que escuchar eso de sus propias palabras!

El punto que quiero hacer llegarte hoy, es que la Culpa no es sana, pero ignorarla no la desaparece, y estorba mucho en nuestra crianza, es más, lastima porque sin querer podemos estar hasta induciendo culpa en nuestros hijos. Fue la culpa tan pesada de nuestros padres que no podían cargar, lo que les ocasionó culparnos a nosotros de cosas de las que no fuimos responsables. Y así es una cadenita.

La solución y el camino es SANAR toda la culpa con la que cargas y que además no es tuya. Entonces te sentirás más libre.

Si quieres información para poder guiarte en tu camino de sanación sólo haz click AQUÍ.

Somos creadores de nuestra realidad y nada está escrito en piedra, siempre podemos cambiar el curso de las cosas, siempre podemos reparar y sumar más recuerdos de unión y conexión en la memoria de nuestros hijos, que de desconexión.

Lucía.