LUCÍA SIWY

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Sintiendo el dolor

Foto tomada en Kouatunu, Nueva Zelanda. Marzo 2021.

Me siento tan viva, tan completa y tan quebrada. Ese estar completa es simplemente porque en este momento puedo sentir todas las partes rotas de mí, y al hacerlo me voy completando.

Gracias a tantas maestras en estos últimos dos años que me han ayudado en mi proceso de duelo, pero sobre todo gracias a mis dos ángeles, he aprendido a vivir más con el dolor, a enfrentarlo, a confrontarlo desde lo más escondido de mi ser, desde lo más olvidado en mi psique, a verlo, sentirlo, y liberarlo.

Gracias a Lorie Ladd por su conocimiento y sabiduría, por su compartir genuino que ha tocado a millones de almas y que también últimamente me ha ayudado mucho a encontrar esa fortaleza. Ya de por sí con sólo tener dos duelos es un paquete grande, pero además en el contexto de un duelo colectivo y del despertar, no me hubiera sido posible levantarme sin contar con mujeres que irradian tanta luz al planeta y a todos nosotros.

Gracias Anneke Lucas por tu misión, por tu mano, por tu apoyo y por tu trabajo, por inspirarme tanto, por guiarme en mi dolor al confrontar las realidades de millones de niños en el planeta. Gracias por estar aquí y ser otra luz que ilumina a todo el planeta con tu ser, con tu sabiduría, tu experiencia y con tu amor.

Gracias por supuesto a todas y todas las mujeres que me han regalado una extensión de su corazón para tocar el mío.

Gracias a mis terapeutas porque su compresión y acompañamiento han sido fundamentales en mi proceso.

Gracias a todas mis hermanas cósmicas que están por todo el mundo, gracias por su luz y por ser pilares de la Verdad y del Amor. Ustedes saben quiénes son.

Gracias a mi hermana que siempre ha sido mi todo en mi vida creciendo, mi compañera de vida y de sangre. Sin ti no pude haber sobrevivido.

Gracias a mi hija por haber venido a la Tierra y haberme escogido como tu mamá.

Gracias a mis abuelas.

Y por último pero no por menos, Gracias a mi mamá, por haberme dado la vida, por estar aquí y porque sin ti no podría tampoco cumplir mi misión ahora.

Gracias a todas.

Hoy tengo la necesidad de agradecerles a todas las mujeres especialmente. La energía femenina que está por fin comenzando a sanar, transformándose con todo su dolor, con toda su historia, con todo lo olvidado y lo oculto, está llenando al planeta de mucha luz. Y sobre todo las líderes conscientes para lograr ese cambio en la humanidad, son ustedes todas unas héroes, unas guerreras, estrellas con luz propia que tienen un poder que se siente vibrar en nuestras células.

Es curioso cómo la gratitud y el dolor pueden ser dos caras de la misma moneda. Así como la tristeza y la alegría también lo son. En ambos casos podemos sentir las dos caras de la misma moneda al mismo tiempo.

Y en medio de tanta gratitud, estoy sintiendo mi dolor. Un dolor que se lleva incrustado de por vida, pero que no impide seguir adelante. Un dolor tatuado con metal al rojo vivo en mi corazón que nunca se borrará, un dolor que sólo se aprende a vivir con él. Se aprende a doler sin sufrir, y se aprende a ahondar en las olas de duelo y llanto cuando llegan y se van, cuando llegan y se van, y así por meses y así será por años, y así hasta el último de mis días, mis amados Gabriel y Tomasito. Los amo tanto, los extraño tanto. Agradezco tanto ser su mamá y me duele tanto, pero tanto, que se hayan ido…

Lucía.